Al doblar la esquina. Ricardo Gayol

Grupo Desde el Margen

Segundo Trimestre 1994

Editorial de Ricardo Gayol

 

Quién lo diría, Antonio, que se cumplen ahora 7 años desde que nos dejaste. ¡Todo nos parece tan cerca! pero está ya muy lejos. Ya han pasado tantas cosas que las de entonces ya no nos son casi reconocibles. ¿Cuánto habremos cambiado nosotros y cuánto la realidad que nos envuelve? En un esfuerzo de objetividad, siempre inacabado, pretendemos seguir fieles a un proyecto; no sólo desde la perspectiva puramente ideológica o programática, sino sobre todo filosófica; porque lo que no podemos olvidar es la primavera colectiva que inauguraste y animaste, con esa mezcla de humor poesía y humanismo que tan entrañable nos hace tu recuerdo.

Pero ahora soplan otros vientos. Sólo hiciste que doblar la esquina de tu tiempo para que saltara en añicos una siembra tan fecunda. Día a día la ceniza de la ambición de poder y de dinero se ha comido el trigo de la sensibilidad social y de la solidaridad. Pero la memoria histórica nos enriquece; por más que vivamos con rigor un presente aciago y miremos con preocupación al futuro, previsiblemente difícil, mantenemos vivos algunos puntos de referencia valiosos, para los que tu trayectoria personal constituye un patrimonio irrenunciable. Sin embargo, no caeremos en la tentación de anclarnos nostálgicamente en el pasado; sólo que entendiendo la historia como maestra de la vida, según el dicho popular, creemos que hacer historia es contribuir activamente a mejorar el futuro. Nos queda muy lejana  la lucha por la democracia, la de fuera y la de dentro, porque fuera y dentro no están separados por un muro inexpugnable, aunque asumamos los diferentes condicionantes de cada ámbito. Aquellos ideales iban más allá de una reestructuración formal; buscaban un proceso de trasformación radical de la realidad, coherente con la dinámica social del momento y tuvieron la virtud en nuestro caso de cuajar en buena medida. En efecto, en su primera etapa la modernización de la ONCE, liderada desde tu presidencia en el Consejo General, guardó un equilibrio significativo entre las iniciativas económicas y las prioridades sociales. Urgía abrir una brecha comercial para garantizar la solidez económica que diera soporte a la modernización de todos los mecanismos de la gestión y, sobre todo, facilitara la aplicación de un proyecto de prestación de servicios cuyo desarrollo y tecnificación resultaban ya indispensables. Recordarás las tensiones y dificultades que se suscitaron hasta lograr un consenso inicial para las reformas y, finalmente, un pacto progresista, del que siempre recelaste respecto a su autenticidad. Pero es indudable que coyunturalmente fue un instrumento político útil para consolidar el cambio institucional. Sin embargo, efectivamente tus cautelas estaban justificadas; ya pudimos comprobarlo, más bien  confirmarlo, en poco tiempo. Compartíamos el proyecto con gentes que se colocaban la etiqueta de progresistas y de izquierdas como trampolín para asaltar el poder y actuar después como déspotas y nuevos ricos. Esa percepción forzó otras alianzas no menos peligrosas con quienes desde la actividad sindical buscaban dominar al colectivo sin contar con un proyecto social claro ni con un talante democrático. Sorprende ahora pensar cómo, desde una auténtica minoría ideológica, lograste entonces controlar suficientemente las veleidades de unos y de otros. Es cierto que hubo que hacer concesiones, algunas claramente gravosas, pero lo conseguiste.

A mediados de 1987 la ONCE ofrecía un panorama esperanzador; la situación económica estaba muy saneada; el nivel de modernización de la gestión era bastante aceptable y el desarrollo de la red de servicios crecía de forma imparable. Incluso se hallaba en vías de solución el hacer Prodiecu en una apretada negociación con el Gobierno y con una reforma del cupón en perspectiva, como contrapeso de las cargas a asumir por la Entidad.

No obstante calibro las últimas conversaciones contigo: la verdad es que te abrumaba una sensación de derrota esencial. ¿Estarías barruntando ese porvenir colectivo de despropósito? No era lógico estar temeroso, pero lo cierto es que tu instinto captaba ya los negros nubarrones que se avecinaban.

Todo les fue muy fácil. Tras el impacto de tu pérdida algunos reaccionaron sin pestañear. La trama del asalto al poder ni siquiera aguardó a tu despedida pública. Entre estrategas arteros e inconscientes vanidosos se coció un pacto fatídico que supuso la desvirtuación de todo el proyecto. Y sin embargo, la utilización de tu buena imagen para implantar una línea que ya nada tenía que ver con su origen. Los traumas vividos por todos nosotros son de difícil descripción sin crispaciones que ahora no son del caso. Poco a poco vamos escrutando con claridad los signos de los tiempos, disfrutamos de la amistad, cultivamos la fidelidad a aquellos ideales renovados y apostamos modestamente por reconstruir con esfuerzo una ONCE  que sea la casa de todos, abandonando sueños imperiales y recuperando la sencillez de la obra bien hecha. Aún queda trecho para lograrlo, pero ten presente que ningún paso positivo que demos en esta tarea será ajeno a la siembra que un día alegremente compartimos contigo.