Por la solidaridad
(Palabras pronunciadas el lunes 6 de abril de 1987, por Don Antonio Vicente Mosquete, en la ceremonia de inauguración de la Reunión del Comité Ejecutivo de ULAC, en Santo Domingo, R. Dominicana)
Ilustres autoridades del gobierno dominicano; Cuerpo Diplomático; Delegaciones de organizaciones de y para ciegos de nivel mundial, regional y local; señoras y señores:
Siento la emoción que supone el saludar y el estar entre verdaderos compañeros y hermanos, y el asistir con satisfacción al crecimiento y a la consolidación paulatina de las organizaciones de y para ciegos de esta región.
Como lo recordara Pedro Zurita y los anteriores oradores, desde hace cinco años, y quizás sobre la base firme de un trabajo amplio hecho en el pasado, se pusieron en marcha una serie de mecanismos que han ido progresivamente avanzando y que nos sitúan hoy en un punto de importantes logros, pero también de necesarias reflexiones.
La ONCE que estuvo en toda su historia implicada en la colaboración a las organizaciones de y para ciegos de Latinoamérica, en los últimos cinco años –y con su transformación democrática–, ha pretendido dar un nuevo impulso a esta tarea; y lo ha hecho, como sabéis, desde la perspectiva de nuestra solidaridad internacionalista; desde la perspectiva de utilizar conjunta y racionalmente los recursos, siempre escasos que tenemos, y no sólo de beneficiar, sino también de beneficiarnos, de esta comunidad lingüística en la que vivimos.
Hoy la ONCE tiene una posición internacional diferente. Como sabéis, desde la reunión del Comité Ejecutivo de la Unión Mundial de Ciegos en Nueva York, además del nombramiento de Pedro Zurita como Secretario General, lo que nos honra a todos, se ha designado a España sede de la II Asamblea Mundial.
Con la misma modestia, con la misma actitud de combatividad y servicio que teníamos en aquel momento, pero quizás con mayores posibilidades por la gestión de la ONCE en el plano internacional, seguimos ofreciendo todo nuestro apoyo a esta región latinoamericana.
Creo que durante estos años se ha llevado a cabo un trabajo necesario, inicial, extendido, pero quizás no suficientemente intenso, que se ha traducido fundamentalmente en apoyo para mejorar las condiciones y medios materiales de muchos centros e instituciones de Latinoamérica. Y, por otra parte, a fortalecer y vitalizar esta nueva criatura en la que todos hemos puesto muchas esperanzas, que es la ULAC.
Hoy creo que ya podemos hacer una reflexión crítica, y estoy seguro que el Comité Ejecutivo de la ULAC lo hará así. Y que de esa reflexión crítica surgirán nuevas orientaciones para ir encauzando con mayor acierto y mayor eficacia nuestra colaboración.
Estoy seguro también, de que la celebración en la República Dominicana de estas reuniones reformará las actividades de las organizaciones de este país y contribuirá, de una manera directa, a que la situación de los ciegos mejore, poco a poco, como es nuestro sino, difícilmente y con esfuerzo pero de una manera continuada, en este país. Ya en 1983, tuvimos ocasión de visitar muy brevemente la República Dominicana y comprobar el calor, el afecto, la combatividad y el trabajo de estas organizaciones. La presencia hoy de autoridades del gobierno refrenda la actividad y el trabajo que aquí se han hecho.
No quiero terminar sin expresar nuestra apuesta y nuestra esperanza en la capacidad de lucha, en la capacidad crítica de este continente; en la seguridad de que cuando nos reunimos y hacemos este tipo de trabajo no lo estamos haciendo en función de intereses personales, sino en función de los intereses de un amplísimo sector de personas que viven en unas determinadas limitaciones, en unas condiciones de marginación todavía no superadas. Y también en la convicción de que no sólo hacemos esto en beneficio de los ciegos, sino en beneficio de un cambio social más profundo, que haga de nuestra sociedad un modelo más satisfactorio, más rico y más plural en cuanto a las personas que lo componen.
Finalmente, permitidme ya en este mismo nivel en que nos expresamos, que cuando venimos a Latinoamérica, aunque sea por muy poco tiempo, lo hacemos con la seguridad de recargar nuestras pilas en el vitalismo, la esperanza y el compromiso común de que nuestro lazos culturales de unión en el caso de los ciegos es todavía más fuerte, todavía más estrecha, todavía más esperanzada.
Que los trabajos de estas reuniones, del Comité Ejecutivo y del Seminario sean fructíferos y además, que cada vez estrechemos más nuestras relaciones.
Muchas gracias