CARTA TIERNA A UNA OPOSICIÓN DESALENTADA

Este artículo fue publicado parcialmente en el número 20 de la revista Perfiles de mayo de 1987 y responde a otro publicado por el lider de la oposición en la misma revista unos días antes.

 

Hoy he vuelto a releer el artículo, publicado en dos entregas, en el que el Presidente del grupo minoritario en el Consejo desgrana, amorosamente, las lamentaciones de una «desconsolada oposición». Y, a decir verdad, no acierto a saber todavía si el «qué pasa en la ONCE» del título responde a una actitud de susto, de despiste, o de simple sensacionalismo.

Para algo sí me ha servido esta última lectura. He tomado una determinación categórica: no contribuir, al menos yo, al tedio y al aburrimiento del sufrido lector. Y he resuelto una duda, una cierta desazón que me produjo el primer encuentro con este jeremiaco alegato. Noté, en aquella ocasión, que el texto tenía un sabor extraño, como de galleta revenida, mezclado con un tufillo de catacumba y martirologio de primeros tiempos del cristianismo y, en fin, una sensación inquietante, en un primer momento algo indefinible, pero que al repasar párrafos como «…pues si esto no es prepotencia, entonces la prepotencia no existe ni como concepto…», «pues si esto es buena gestión entonces no hay en ningún caso mala gestión…», quedó rápidamente eliminada y sustituida por un nítido «eureka»: aquello sonaba a San Anselmo y a su famoso argumento ontológico.

 

EL RECURSO CONTRA LOS PRESUPUESTOS O UNA PIRUETA POLÍTICA PELIGROSA

 

El Informe preceptivo que el Consejo de Protectorado debe emitir sobre los Presupuestos de la ONCE para 1987, todavía no se ha producido. Coetáneamente con la redacción de estas líneas, preparo el Informe que se me solicita por dicho Órgano en relación con el recurso presentado por CUPOL. No digo que ambos hechos se hallen estrictamente ligados. Lo cierto es que pueden guardar alguna relación. Y, sin embargo, en pocas ocasiones me he encontrado tan seguro y sobrado de argumentos a la hora de defender la absoluta falta de fundamento de lo reclamado. Como quiera que en estas mismas páginas se ha hecho una referencia tan prolija como tediosa sobre el tema, haré merced al lector de los detalles y resumiré, por derecho, las circunstancias más sobresalientes que lo rodearon. El Proyecto de Presupuestos de la ONCE para 1987 tuvo entrada en el Consejo General el 17 de Diciembre de 1986 y fue inmediatamente trasladado a la Comisión de Asuntos Económicos para su Dictamen. Desde ese momento, dicha Comisión se concentró en su análisis, contando con la presencia del Director del Servicio de Planificación Económica y Cupón en alguna de sus reuniones. Una vez dictaminado, el Pleno del Consejo debatió el tema en su reunión del día 10 de Febrero de 1987, es decir, una vez transcurrido un plazo tan prolongado como el que invierte el Parlamento para tramitar el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado.

En dicho Pleno, igualmente con la presencia del Director del Servicio de Planificación Económica y Cupón, y tras un turno de discusión global del Proyecto de Presupuestos, se discutieron una a una todas las enmiendas presentadas, incluidas aquellas cuya votación no era precisa por ser admitidas por el Director General y, por consiguiente, automáticamente incorporadas al texto de la propuesta. Después de aproximadamente cuatro horas de debate y cuando se trataba uno de los asuntos objeto de autoenmienda por parte del Director General, respecto del cual el Grupo minoritario no había presentado propuesta alternativa alguna, ante la limitación a un solo turno de intervenciones -limitación exactamente igual a la aplicada en otras enmiendas que no exigían votación-, el Grupo CUPOL puso en escena una pieza calderoniana de despecho y pataleo y aplicó, en las sucesivas enmiendas sometidas a discusión y en el turno de carácter previo a la votación de los Presupuestos, una táctica de no intervención seguida de la presentación de un Recurso ante el Consejo de Protectorado. En este sentido, al lector le conviene saber: que precisamente este año el Consejo ha dispuesto de un período más largo que en ocasiones anteriores para el análisis y discusión en Comisión del Proyecto de Presupuestos; que la duración de los debates ha sido, igualmente, una de las más prolongadas en la historia del Consejo, sin mencionar aquellas ocasiones, allá por el año 83 u 84, en que el Presupuesto se aprobó sin el más mínimo debate; que el Recurso interpuesto no se atiene a la realidad de los hechos, si bien, se remite -probablemente con la esperanza de que no se contraste- la grabación de la reunión, en la que de manera palmaria se pone de relieve la inexactitud de lo alegado… Lamento sinceramente que nuestra oposición tenga que acudir a la utilización política de asuntos tan trascendentales para la ONCE, sin ningún rigor y sin reparar en las consecuencias negativas que ello pueda comportar para la Institución. Espero que nuestra oposición, ahora ya convertida y defensora de la democracia y la participación, decida un día abandonar su cultivo del drama fácil y del aspaviento y hacer una crítica consistente en el terreno de los contenidos. En este caso, además de darme una ocasión para un lucimiento personal que no me satisface, han hecho un flaco favor a la Institución y, me temo, un magro servicio a sus propios intereses políticos.

 

 

LAS MOCIONES DE CUPOL O EL TRAVESTISMO EN LAS IDEAS

 

Permítaseme este pequeño rasgo de ironía al subrayar el artículo determinado puesto que, en efecto, espero que las susodichas propuestas pasen a la historia con ese elemento de diferenciación. Vaya por delante el reconocimiento y la valoración positiva respecto del contenido crítico y constructivo que en las mismas pudiera encerrarse, así como un generoso olvido para con algunas expresiones poco afortunadas y, desde luego, incompatibles con el clima de entendimiento civilizado que debe presidir las relaciones entre los miembros de la Organización.

La verdad es que constituye una circunstancia novedosa para una franja electoral -antes CAIR, ahora CUPOL.- que ha oscilado entre el silencio y el desgarro, pero que no nos tenía acostumbrados a formular propuestas concretas y diferenciadas. Es comprensible, pues, aunque un tanto chocante, el que se difundan tan pormenorizadamente, tanto que uno tiene la sensación de que CUPOL las ha vivido como si se tratara de poner una pica en Flandes.

Otra cosa es el contenido de las tales mociones, contenido que a fuer de sintético, yo resumiría de la siguiente manera:

Algunas propuestas inocuas, de hecho ya en fase de aplicación en su esencia, abundantes lamentaciones acerca de persecuciones presuntas y las consiguientes peticiones de cese de determinados directivos y, sobre todo, un auténtico alarde y exhibición de incoherencia política. Asuntos como la propuesta de que la Comisión de Participación del Consejo asuma la dirección de PERFILES, resultan tanto más chocantes cuanto que en la etapa en que el Delegado General y el responsable de Relaciones Públicas pertenecían a CAIR, éste último se opuso a una pretensión similar de CSI referida al precedente inmediato de esta revista: el proyecto de órgano de opinión denominado «TRIBUNA». Por otro lado, la pretensión de que todas las intervenciones en los medios de comunicación tuvieran que ser supervisadas previamente por una Comisión de seis miembros, constituida en el Consejo General e integrada por los dos Grupos Electorales que lo componen, no es sino una muestra de una actitud sistemática de CUPOL favorable a que el Consejo General asuma parcelas de la gestión; o séase, exactamente lo contrario de la que se defendía y practicaba con tenacidad en 1983 y 84, cuando las cosas se veían desde el tendido del ejecutivo. Ya sé que el tiempo todo lo corroe, lo envuelve, lo difumina y lo amortigua, pero semejantes vaivenes en los planteamientos políticos pueden llegar a «marear» al espectador e incluso, me temo, a los propios ejecutantes. Porque no hace falta más que mirar a nuestro alrededor para darse cuenta de que es precisamente ese travestismo de las ideas lo que menos perdona el honrado pueblo en política.

Y por si alguien piensa que exagero, le invito a realizar en su propio domicilio un experimento ilustrativo: Solicítese del Servicio correspondiente una copia de la grabación de dos reuniones celebradas en el Consejo General, una del Pleno (dic. 82) y otra de la reciente reunión con los Presidentes de los Consejos Territoriales.

Luego, amorosamente, introduzca la primera cinta en el reproductor y seleccione un pasaje de ese Pleno en el que se debaten las competencias y facultades de los Consejos Territoriales. Concéntrese, por favor, en una bien hilvanada y vocalizada intervención de un Consejero del Grupo CAIR (la claridad fonética y la fluidez verbal aseguran una localización sin ningún tipo de dudas). Repita, para lograr un mayor efecto en el contraste, la localizada diatriba contra los Consejos Territoriales. Acto seguido, extraiga la cinta del cassette, guárdela en su estuche correspondiente, sírvase un vaso de agua con hielos al gusto (en ningún caso puede utilizarse el alcohol para que no haya duda alguna sobre la objetividad del fenómeno), introduzca la segunda cinta en el cassette, tampoco le resultará difícil, en este caso, localizar una intervención del mismo Consejero que ahora «navega» en el Consejo bajo el «pabellón» de CUPOL, y escuche, por favor, también por dos veces, su apasionado alegato en favor de los Consejos Territoriales y de la conquista que deben hacer de sus competencias. Viva intensamente su natural estado de asombro y luego, como en la tele, busque otro espectáculo de incoherencia tan logrado, compare, y si encuentra algo más descarado o similar, no le vote.

Lo malo de estos vaivenes es que, además, se agravan y acentúan con el paso del tiempo. Quiero decir, por ejemplo, que no conviene mantener desde la oposición planteamientos que, probablemente cuando se llegue a las responsabilidades de gobierno, van a contradecirse abiertamente con los hechos. Es verdad que no es lo mismo una perspectiva que otra, pero no es aconsejable el que se actúe en cada momento como si no existiera ni pasado ni futuro, creo yo.

 

LA «TARJETA» DE CUPOL» O TODOS LOS MESES UN ESCÁNDALO POR LO MENOS

 

Controlar al equipo de gobierno es más que conveniente, imprescindible. Ofrecer alternativas a los planteamientos errados de quienes detentan el poder sería un motivo de elogio y un gran beneficio para la Institución. Buscar cada día un asunto de más o menos efecto para erosionar la confianza del grupo electoral gobernante y difundir hasta el agotamiento del oyente estos temas, es hacer una oposición subalterna y bananera; sobre todo cuando esto es una cortina de humo para ocultar una incapacidad para ofrecer soluciones alternativas. Habrá errores; seguramente más, y más de fondo, de los que figuran en esa especie de «ordenador» que repite exacta y monótonamente cada militante de CUPOL.

No creo que fuera ocioso un cambio de táctica por parte de la oposición; para su propio bien y, sobre todo, para beneficio de la ONCE, que precisa una oposición seria con capacidad de constituir una alternativa.

 

RECETA PARA PRESERVAR UNA OPOSICIÓN-ALTERNATIVA

 

Muy brevemente, sin ninguna acritud y por el interés de la ONCE, que necesita disponer de un recambio generacional y de ideas a sus sucesivos equipos de gobierno, dejo aquí, por lo que valga esta breve receta hecha de afectuosos consejos y amables mandamientos de las leyes de la política:

El primero: no utilizar los asuntos serios y los intereses de todos con fines puramente propagandísticos.

El segundo: no intoxicar.

El tercero: no aburrir.

El cuarto: no abusar del drama ni del aspaviento hasta límites en que la gente termine por no hacer caso, aún cuando a veces se trate de cosas serias.

Huelga decir que aunque tratemos de aplicárnoslos a nosotros mismos, no es lo mismo predicar que dar trigo.

 

SEIS AÑOS DESPUÉS: LA ESPERANZA

 

Cuando redacto estas líneas se cumplen, exactamente, seis años desde la aprobación del Real Decreto 1.041/1981. Mucho ha llovido hasta aquí, pero, a pesar de todo, creo que hay síntomas alentadores en nuestra realidad: hay más posibilidades, más realidades, más capacidad de entendimiento, más visión global de los problemas. Lo que ayer se cuestionaba y era objeto de fuertes resistencias, hoy es un punto de referencia admitido por la inmensa mayoría. Este gobierno de la mayoría absoluta, que puede conllevar tentaciones de prepotencia e instalación, tiene la suficiente capacidad autocrítica para analizar su trayectoria y rectificarla en lo que parezca necesario. El último Congreso de U.P. ha apostado por un gobierno con un horizonte a largo plazo, que va mucho más allá de 1990; ha apostado por favorecer el entendimiento creciente entre todos en los temas de fondo y por recobrar la confianza perdida, tal vez a raíz de los procesos electorales; ha apostado por la cobertura, con criterios profesionales, de los mandos intermedios y trabaja, desde la base de una filosofía integradora, con el horizonte del Cincuentenario como un punto de referencia, para el encuentro y el reconocimiento intergeneracional e interideológico en una tarea demasiado grande para ser patrimonio de unos cuantos. A esta tarea convocamos a todos desde el error de quien actúa, pero también desde la esperanza de que las cosas en su conjunto van mejorando para todos. Y esto por encima de todo: de nuestro cansancio, de mi ironía, de nuestros demonios familiares…, de todo.

 

 

Antonio Vicente Mosquete

 

22 de mayo de 1987

 

Este artículo fue publicado parcialmente en el número 20 de la revista Perfiles de mayo de 1987.