Para cuando llega la involución. SERCO, 1979

Por Antonio Vicente Mosquete

La involución ha venido con la primavera, pero al contrario que ésta, sí sabemos cómo ha sido. Incluso podríamos preverlo. Los costos políticos de un cambio hecho desde el oportunismo, los costos económicos del proceso de liquidación o reforma de los sindicatos, la ANIC y otras hierbas, el legado del desarrollismo de Rodó y hasta el petróleo, nos han colocado al borde del abandono político. Y a esto hay que sumar el terrorismo, el consenso, el pasotismo y esa otra triste forma de libertad que es el disponer de todo el tiempo para ejercerla, sin tener cubiertas las necesidades elementales. La componenda política, la inseguridad social, la regresión económica, son ingredientes sobrados para concluir en ese fenómeno sociológico, que se ha dado en llamar el desencanto democrático o versión 79 del “no es esto, no es esto” de D. José Ortega y Gasset. Y por la izquierda, atrás quedó el canto unitario del “no nos moverán”, o “a la calle que ya es hora”.

Y ya el pragmático y positivista político del consenso me estará señalando desde cualquier partido parlamentario con su dedo más sentencioso y acusador: “es un nostálgico”.

Pero no, no se trata de volver a situaciones pasadas ni refugiarse en ellas para consolarse de fracasos presentes. El pasado es la confirmación de que todo sirve, intrincadamente, inusitadamente, muy poco, pero sirve, vital e históricamente. A través de mil involuciones y retrocesos, avanzamos. Ni muñecos de trapo ni artífices de la historia, obreros del alba.

Y no hay porqué frustrarse por un revés. No hemos perdido nada si no esperábamos todo. Habrá, eso sí, que racionalizar nuestros planteamientos y hacerlo más inteligente y ajustado a la situación objetiva. Pero seguir. Todo antes de abandonar. Nos sobran además recursos en la dimensión personal para contrarrestar las involuciones que nos echen. Nos queda todavía humor, ironía, poesía, escepticismo y guitarra para rato. Ese round vital ya lo hemos ganado. El otro lo ganaremos poco a poco. Tiempo al tiempo.

Aquí se inserta la canción de Raimon: “al vent” y después continúa el texto.

 

Ante esta situación, todas las posibilidades pasaron por nuestra mente. Todas menos una: abandonar. Ni el regular aumento de nuestros suscriptores; ni el desencanto y la apatía que, cada vez más, se respira en nuestro ambiente; ni sobre todo el reforzamiento, al menos coyuntural, de las posiciones más conservadoras nos podían permitir tal opción.

Hemos huido siempre del choque frontal entre grupos de afiliados y trabajadores de uno y otro signo dentro de la ONCE. Hemos pedido racionalidad e imaginación para adecuar nuestras estructuras a las actuales circunstancias que nos rodean. Hemos evitado siempre el maniqueísmo. Pero después de estos tres años largos, en los que el cierre de la revista Serco no es sino un episodio más, no tenemos más remedio que denunciar el principal obstáculo que en la actualidad se opone a esa evolución y a ese replanteamiento: la cerrazón ideológica, e incluso los intereses personales, de los actuales responsables de la Jefatura Nacional.

Y seguimos adelante. Por si sirve…

 

 

 

 

Artículo trascrito de una grabación en voz de Antonio Vicente Mosquete, situado en cinta casete titulada por él: “artículos Serco”, junto a otros artículos suyos, publicados también en la misma revista.

Puede ser del año 80 o del 79.