INFORME POLITICO PRESENTADO POR EL PRESIDENTE DE U.P., ANTONIO VICENTE MOSQUETE

I CONGRESO EXTRAORDINARIO DE UNIDAD PROGRESISTA 1 al 3 de Mayo de 1987

Un Congreso es siempre un compromiso de reflexión y profundización conjuntas, que no puede por menos de excitar la capacidad crítica y de análisis de cualquier persona con responsabilidades públicas, que pretende algo diferente del medrar o de un mero «instalarse» en una situación de poder. A diferencia del triunfalismo y de la negación sistemática de todos los errores, un grupo político progresista debe evaluar el cami­no recorrido y ser capaz de rectificar las desviaciones en las que, inevita­blemente, se haya podido incurrir.

Consciente de la importancia del momento actual, tanto para el Grupo como parala O.N.C.E., asumiendo plenamente una de las responsabili­dades más características del liderazgo político, voy a desgranar ante voso­tros un balance resumido de los 18 meses de vida del Grupo y de los, aproxi­madamente, 10 meses de gestión en el gobierno dela O.N.C.E, así como presen­taros un análisis absolutamente sincero, ajeno a las presiones y a los aspa­vientos de una oposición sin ideas y sin fuerza, pero implacable y sin conce­siones para con nuestras propias equivocaciones; un análisis que he querido medir hasta el extremo de escribirlo con la convicción profunda de que no somos un instrumento exclusivo para acceder, repartir y disfrutar el poder, sino la formulación política coyuntural de una corriente progresista coheren­te entre los ciegos españoles, que, ésta sí, tenemos que instalar y hacer irreversible entre nosotros.

LOS ORIGENES

Esta corriente es la responsable y el motor del desbloqueo y del cambio enla O.N.C.E., al menos durante los últimos diez años. El pacto progresista de 1985 fue un paso hacia la cristalización de un grupo electo­ral que, aunque naciera con el objetivo inmediato de alcanzar la mayoría absoluta en las cercanas elecciones, se proponía -y esto conviene no olvidar­lo- como metas más permanentes:

  1. –   La creación de un canal de participación política lo suficientemente amplio para acoger todos los impulsos renovadores existentes en nuestro colectivo, cualquiera que fuera su origen sindical o generacional.
  2. –   La aplicación sistemática e incondicionada de un plan de transformaciones enla O.N.C.E. que modifique la fisonomía de esta Entidad y haga irreversible su carácter moderno y progresista.
  3. –   Consolidar un sistema democrático de convivencia dentro dela O.N.C.E. y hacer irrepetibles las experiencias dictatoriales o las dinámicas revanchistas que puedan dividir o desmovilizar a los ciegos españo­les .

Ese es el horizonte político de U.P., y ese horizonte, no sólo, no cambia sino que se hace más alcanzable desde la responsabilidad del ejercicio de gobierno dela O.N.C.E.

LA ETAPA PREELECTORAL

El proceso constituyente de U.P. fue, por imperativo del calendario, excesivamente rápido: un mes de lanzamiento, un mes largo de proceso preconstituyente y cuatro meses de estructuración inicial, coinciden­tes con la preparación de las listas electorales. Sin embargo, se lograron los objetivos esenciales, a saber:

  1. –   La presentación concertada de iistas de signo progresista en la práctica totalidad de las circunscripciones electorales. Este logro es tan esencial, y conviene retenerlo en la memoria, que de él se deriva, casi automáticamente, la obtención de una mayoría absoluta.
  2. –   La realización de una campaña electoral convincente e ilusionada, que superó en actividad a la desplegada por el grupo conserva­dor, a pesar de no disponer de una infraestructura de grupo suficientemente sólida.
  3. –   La consecución de unos resultados electorales que, contra­riamente a las valoraciones superficiales que a veces se han difundido, supuso el apoyo de más de 6.000 afiliados, más del 60% de los votantes en 1982 y un tercio por encima de los sufragios recogidos por el grupo conserva­dor. Un hecho revelador de la actividad de U.P., así como de las transforma­ciones sufridas porla O.N.C.E. en los últimos años, lo constituye el resul­tado, prácticamente equiparado de votos, entre C.U.P.O.L. y U.P. en las Delegaciones Locales o Agencias de menos de 100 electores, tradicional feudo conservador.

En definitiva, unos resultados electorales alentadores, un balance económico equilibrado tras los comicios, un grupo por estructurar internamente y un capital político de mayoría absoluta, sin hipotecas, prác­ticamente perfecto para los cuatro años siguientes.

LA FORMACION DELEQUIPO DE GOBIERNO

Un dato previo para comprender este proceso lo constituyen las decisiones adoptadas porla Comisión EjecutivaEstatal y el Comité Esta­tal en el mes de Enero de 1986, por lo tanto, con anterioridad a las eleccio­nes, y que supusieron un factor decisivo de clarificación y afirmación de identidad reivindícativa de U.P. Esta decisión, arriesgada sin duda, por consiguiente polémica, tuvo, a mi juicio, una incidencia positiva y reforzó la credibilidad del Grupo, pero sólo el tiempo podrá convalidarla o rectifi­carla definitivamente. Fuera de discusión queda, espero, la recta intención y el sentido de la responsabilidad dela Ejecutiva Estatal.

El proceso de nominación del equipo directivo, particularmen­te de los miembros del Consejo de Dirección dela Dirección General, resultó lamentablemente prolongado y más costoso de lo necesario. El rechazo, por parte de los miembros del Comité Estatal, de la propuesta dela Ejecutiva, señala un desacuerdo que, de alguna manera, vino a paliar la votación subsiguiente a la nueva propuesta. Una vez más, sólo el tiempo dará la medida del acierto o fracaso de este punto. Lo que hoy ya puede decirse es quela Ejecutiva Estatalno adoptó una posición acomodaticia e inercial, y jugó, bien o mal, su papel directivo con honestidad.

Por lo demás, el proceso de nombramiento del conjunto del equipo directivo fue ejemplarmente rápido, con la omisión incluida de alguno de los trámites previstos. En él, por primera vez en la historia dela O.N.C.E. democrática, el Director General tuvo capacidad de designar todo su equipo, teniendo en cuenta todos los factores en presencia, pero sin sentir­se mediatizado por ninguna otra instancia. En este sentido, sólo se ha opera­do una crisis parcial de renovación del equipo en Enero de 1987, sin inter­vención de presiones internas o externas, y resolviendo con contundencia, pero sin precipitación, algunos problemas puntuales observados.

BALANCE PROVISIONAL DE LOS DIEZ PRIMEROS MESES DEL GOBIERNO DE U.P.

Es un período extremadamente reducido y, por lo tanto, el análisis resulta particularmente poco significativo. No obstante, este perío­do puede constituir un interesante banco de pruebas para medir la capacidad tendencial del gobierno de U.P. para llevar a cabo su programa electoral y para detectar las posibles desviaciones en que se pudiera estar incurriendo.

El texto dela Ponencia Programáticay Estratégica asumido porla Comisión EjecutivaEstatal contiene un resumen, en uno y otro aspecto. Por otra parte, cuestiones más directamente ligadas al balance de gestión serán abordadas en el informe del Vicepresidente 1º de U.P., y Director General, que seguirá a mi intervención. Sin ánimo, pues, de reiteración y sí, por el contrario, con una voluntad de resumen, señalo, a continuación, algunas conclusiones, preferentemente de orden político y como contribución al proceso de análisis y discusión que debe llevar a cabo el Congreso.

1ª.- El nivel de la gestión, medido en términos de agilidad y funcionalidad, ha mejorado durante los últimos meses. Ello como resultado, entre otras razones, de la desaceleración del proceso de expansión burocráti­ca dela Entidady del aumento de la productividad de los nuevos empleados, que van adquiriendo, lógicamente, una mayor experiencia. Este dato, que puede parecer trivial, se traduce, sin duda, en una mejora de la imagen interna del equipo gobernante y, por consiguiente, es preciso ponerlo de relieve e insistir en esa línea.

2ª.- Por el contrario, nuestra maquinaria técnica y nuestro complejo esquema orgánico no se hallan todavía suficientemente engrasados para responder el reto de la «gran gestión». Asuntos como el ingente volumen de obras quela O.N.C.E. debe gerenciar, la consecución de una mayor agili­dad y eficacia en la instalación y conservación de quioscos, la resolución del problema de la cobertura sanitaria, por no mencionar más que algunos ejemplos de actividades que por su volumen y por su alcance desbordan con frecuencia la capacidad de una estructura apresuradamente tecnificada, ínicialmente burocrática que ha de resolver problemas en los que la vitalidad y el empuje característicos de nuestra gestión, no constituyen la principal arma. Consiguientemente, se perfila como un objetivo transcendental para los próximos tres años, el logro de unas garantías procedimentales y técnicas que, al tiempo que una mayor eficacia y optimización de los recur­sos, impliquen la existencia de controles plenamente fiables en este tipo de decisiones. Idéntica o parecida consideración, por su envergadura y transcen­dencia, han de tener para nosotros temas relativos a la prestación de servi­cios para los afiliados como son la efectiva puesta en marcha de la produc­ción computerizada de libros en Braille o la racionalización y mejora de los servicios que tienen que ver con la disponibilidad de aparatos para ciegos.

3ª.- En términos generales y tal y como se recoge enla Ponen­cia Programática, un cotejo del gobierno de estos meses con el Programa Electoral de U.P. permite hablar de un índice aceptable de cumplimiento del mismo; como es lógico y por razón del tiempo, en algunos casos, se trata de una aplicación inicial o en período de desarrollo de un buen número de las previsiones programáticas. Temas como una nueva normativa de adjudicación de quioscos, iniciación de experiencias de locales comerciales para la venta del Cupón, y otros tan delicados y complejos como la regulación de puestos de venta y la propia regulación de la venta, han sido abordados o se encuen­tran en avanzado estado de discusión en el ámbito del cupón. Una intensa actividad de pruebas de selección de personal, adjudicación de la informatización después de un largo período de incubación en el campo estricto de la gestión. La iniciación de programas de prevención de la ceguera y plantea­mientos en el terreno de los perros-guía, plurideficientes, sordociegos… por citar algunos de los aspectos más novedosos, en el terreno de los servi­cios para afiliados.

El reforzamiento de las estructuras de participación se ha llevado a cabo a través del impulso de los Consejos Territoriales en el terreno normativo y práctico y de la ampliación de todos los sistemas participativos en una amplia gama de medidas que van desde los animadores socio- culturales hasta la aprobación del programa «Una O.N.C.E. para todos». Hoy conocemos mejor y hemos de vincular más y atender más plenamente a nuestros afiliados.

Hay que decir que, en conjunto, el balance es positivo y sin embargo añadir inmediatamente que hay ciertos aspectos necesitados de un golpe de timón por encima de cualesquiera intereses o resistencias; un golpe de timón que un grupo político con vitalidad como el nuestro debe asumir y no por presiones de la oposición o lo que es lo mismo, del pasado, sino por imperativo de una perspectiva de futuro que va mucho más allá de 1990 y con la que ya estábamos comprometidos mucho antes de1986. Aestos aspectos me referiré en un apartado posterior.

PRESENTACION DE CUENTAS DELA COMISION EJECUTIVAESTATAL

Durante los dieciocho últimos meses me he mantenido en una postura poco beligerante respecto a los juicios que sobre la gestión dela Comisión EjecutivaEstatal se han venido haciendo en algunos sectores. Llega la hora de hacer un balance político sincero y reivindicar, sin ninguna petulancia, lo que hasta aquí, se ha hecho. Se optó por la composición de una Comisión Ejecutiva Estatal por miembros que en su mayoría no estaban implica­dos ni en la alta gestión ni en el Gobierno dela O.N.C.E., ni siquiera eran miembros de las Ejecutivas de los Sindicatos encuadrados en la franja de ideas representadas por U.P. Igualmente se optó por una Ejecutiva en que quedaran generosamente representadas las tendencias minoritarias expresando así la vocación de amplitud del nuevo Grupo Electoral, Unidad Progresista.

En el haber de esta Ejecutiva Estatal hay que reflejar:

a) La conducción del Grupo hasta la mayoría absoluta con lo que ello supuso -no hay que olvidarlo- de éxito en la evitación de la presen­tación de otras candidaturas que pudieran atraer votos potencialmente progre­sistas. Los resultados electorales globalmente considerados han de calificar­se forzosamente de satisfactorios.

b)     La consecución de estos objetivos con una gestión económi­ca equilibrada que permitió al Grupo salir de las elecciones sin ningún tipo de hipoteca financiera.

c)      La decisión sobre el nuevo equipo de alta dirección dela O.N.C.E. que, pese a sus dificultades y a lo excesivamente prolongado del período que se utilizó, consiguió finalmente un apoyo ampliamente mayoritario por parte del Comité Estatal de U.P. En este momento que es la hora de la verdad, quiero reivindicar ante todos vosotros la honestidad, creo inclu­so que la valentía, de aquella decisión. Puede que el tiempo ponga de mani­fiesto el error que algunos denuncian. Lo que es seguro, al menos para mí, es que aquella decisión, lo mismo que en la propuesta rechazada por el Comi­té Estatal, latía una voluntad de servicio y de no acomodación que es en última instancia la esencia de un grupo progresista. Y hoy conviene más que nunca recordar ese espíritu no acomodaticio, porque desde el poder ese tipo de tentaciones pueden ser más fuertes.

d)     La Comisión EjecutivaEstatal se ha mantenido en un tono de no intervención en los asuntos concretos de la gestión, con algunas excep­ciones y de respaldo a la política seguida por los órganos de gobierno y de gestión dela O.N.C.E. Sin embargo ha cumplido, a mi juicio, cabalmente su función de establecimiento de las grandes líneas políticas en casos tan significados como los contactos conla Empresa CIRSA, la determinación de la posición política ante los conflictos conla Administración, la incorpora­ción de minusválidos, etc.

e)     En esta hora del balance hay que reseñar como una asignatu­ra pendiente dela Comisión EjecutivaEstatal, de los Consejeros Generales y, en general, de nuestro Grupo, la no aplicación de las medidas de austeri­dad aprobadas por el Comité Estatal en Mayo de 1986. No digo que fueran las más adecuadas y es más, admito que su formulación no resultara especialmente afortunada. Simplemente me limito a reflejar esta laguna que de alguna forma la autoridad política de este Congreso debe llenar tal vez con más imagina­ción y más acierto que lo hizo el Comité Estatal de Mayo del 86.

En definitiva, es probable que sean necesarios nuevos crite­rios en la composición dela Ejecutiva Estatal; es seguro que otros compañe­ros podrán mejorar el control político y la consolidación de un Grupo como el nuestro, pero es indudable que esta Ejecutiva Estatal ha recorrido una importante etapa caracterizada a mi juicio por la amplitud de miras y por la honestidad política.

MIRANDO HACIA EL FUTURO

U.P. fue estigmatizada desde sus inicios como «la U.C.D. dela O.N.C.E.», como «la Cooperativadel Poder»… entre otras etiquetas que sin embargo no impidieron el apoyo mayoritario de los afiliados en las pasa­das elecciones.

En el espectro político dela O.N.C.E., C.A.I.R., que luego fue C.U.P.O.L. y que con los desprendimientos de los «últimos tiempos» vuel­ve a ser simplemente C.A.I.R., absorbe un potencial electoral y de personas que, en el momento que compartieron responsabilidades de gobierno, se carac­terizaron por su escasa iniciativa y que como grupo electoral de oposición no va más lejos de beneficiarse de los presuntos errores y desgastes que pueda acarrear el gobierno de U.P.

Una O.N.C.E. en expansión permite, por el contrario, un am­plio margen de maniobra para involucrar e interesar en la marcha de nuestra Institución a la mayor parte de nuestro colectivo con capacidad de hacer aportaciones valiosas, así como de beneficiar a la inmensa mayoría de nues­tros afiliados. Es preciso, pues, no desaprovechar esta oportunidad históri­ca de hacer irreversible una dinámica modernizadora en nuestra Entidad, precisamente en sentido positivo, sumando y no restando, incorporando y no desperdiciando a personas para nuestra causa.

Hay dos formas de afrontar el gobierno y la gestión dela O.N.C.E.; a saber: la creación de unas condiciones confortables para el desarrollo de nuestra legislatura sin mayores complicaciones y sin pena ni gloria y la aplicación implacable del programa de U.P., pero manteniendo el objetivo prioritario de no producir divisiones y revanchísmos entre nuestro colectivo y hacer crecer cada día más la confianza y el entendimiento entre todos los miembros dela O.N.C.E., sea cual sea su adscripción política.

Quede bien claro que en este caso no se trata de optar entre dos alternativas con mayor o menor virtualidad para ganar las próximas elec­ciones de 1990. En este caso estamos hablando de dos estrategias básicas, de dos opciones para la conducción dela O.N.C.E. durante este periodo de manda­to y, a mí juicio, aunque la segunda no fuera -que lo es- la de mejores resultados electorales, habría que optar por la segunda en nombre de los principios transformadores y el signo progresista de nuestro Grupo. El sectarismo o el escaso rigor en la utilización de los recursos dela O.N.C.E. pueden, respectivamente, lastrar en el futuro la cohesión interna y la imagen dela O.N.C.E. y ese riesgo no puede correrlo bajo ningún concepto un grupo político que aspira a ser un catalizador de los ingredientes progre­sistas de nuestro colectivo.

Hay un modelo especialmente siniestro de dictadura sin dicta­dor, de democracia secuestrada y atrapada en una red de intereses y preben­das entrecruzados, que resulta particularmente siniestro y que es preciso eludir sistemáticamente, especialmente cuando se ejerce el poder desde una mayoría absoluta.

El ejemplo más arquetípico de ese modelo ha sido el P.R.I. mejicano y algunos síntomas indican, por desgracia, que tal vez en el futuro, no tendremos que echar mano de una experiencia tan alejada. Pues, bien, U.P. debe, a mí juicio, huir de esa tentación de gobernar con la mirada puesta en la conservación del poder y en la esclaretización de los cauces democráticos y los impulsos renovadores. Como una contribución al debate político y al mismo tiempo como un reto a un Congreso que no debemos permitir que se con­vierta en una reunión protocolaria y de guante blanco, apunto aquí once principios irrenunciables que son otras tantas tareas que han de definir nuestro trabajo al frente dela O.N.C.E., y la línea del Grupo Electoral en los próximos tres años.

1º.- Capacidad integradora entre todos los afiliados y miem­bros dela O.N.C.E..- Sin perjuicio de la aplicación implacable del progra­ma, la gente -y no sólo nuestros militantes- ha de sentirse segura, aceptada e incluso estimulada.

2º.- Recuperación del rigor en el gasto y la sobriedad en los comportamientos institucionales.- Es artificial y peligrosa la ausencia de techos o limitaciones económicas y es preciso poner remedios técnicos – planificación económica a medio plazo- y adoptar medidas simbólicas que frenen y reconduzcan la situación actual, la imagen propia y la imagen que proyecta nuestra Institución hacia el exterior.

3º.- Recuperación del sentido ejemplarizador que ha de tener el ejercicio de cualquier responsabilidad pública y que constituye un elemen­to de legitimación suplementaria, especialmente necesario en nuestro colecti­vo.

4º.- Control de la limpieza de los procedimientos en la ges­tión.- Un volumen tan importante como el adquirido porla O.N.C.E. en su movimientos económicos y relaciones comerciales, obliga a mantener una guar­dia alta y exigente que evite cualquier tentación y mantenga para nuestro colectivo el bien ganado prestigio en el ejercicio de su autonomía y del autogobierno de los ciegos.

5º.- Rearme ideológico y reivindicativo de los afiliados ala O.N.C.E..- Tras las reformas económicas, U.P. debe afrontar una modificación radical de las actitudes dentro de nuestro colectivo que oscilan a veces entre la mala conciencia por un supuesto privilegio, la acomodación y el miedo y sustituirlas por una convicción de sector, todavía marginado en algunos aspectos y que aspira, simplemente, a la equiparación de oportunida­des con el resto de los ciudadanos. Ya debe correr paralelo a un proceso de incorporación de todos los afiliados a la participación y a la defensa acti­va de nuestros intereses.

SOBRE UNIDAD PROGRESISTA:

6º.- Consolidar organizativamente el Grupo y la línea U.P.

7º.- Asegurar su carácter pluralista y establecer los consi­guientes mecanismos de participación y presencia de las minorías significati­vas .

8º.- Impulsar un proceso selectivo de nuestra militancia que permita excluir a los oportunistas que utilicen el Grupo como instrumento de medraje y de acceso al poder y a las personas que no respeten los principios democráticos elementales en el funcionamiento del Grupo. Ello ha de suponer el reforzamiento de los mecanismos disciplinarios y de las atribuciones dela Comisiónde Conflictos y la propia Ejecutiva Estatal.

9º.- Además de hacer, es preciso convencer a los militantes, del trabajo que se está realizando y, lo que es todavía más importante, explicar al conjunto de los miembros dela O.N.C.E. las medidas adoptadas y los problemas con que nos vamos enfrentando en el gobierno dela O.N.C.E. En definitiva, hay que practicar una política de información amplia y sincera.

10º.- Es preciso reforzar los mecanismos de crítica dentro de los órganos del Grupo Electoral. En el seno de dichos órganos cualquier otro tipo de jerarquía ha de supeditarse a la libre expresión de las ideas y en el desarrollo del debate político sin cortapisas.

11º.- Por el contrario, habrán de establecerse estatutariamente y aplicarse con rigor medidas sancionadoras para cualesquie­ra comportamientos que supongan la crítica, el menosprecio o la descalifica­ción de miembros de U.P. en su gestión pública, ante personas ajenas al Grupo o fuera de los órganos de éste.

Todo lo anterior, independientemente de las propuestas y medidas que figuran en la Ponencia Programática, constituyen, a mi juicio, un cuadro de orientaciones que deben conducir a una etapa de gobierno mayoritaria de U.P. que deje enla O.N.C.E. las huellas de un Grupo Progresista y haga irreversible la transformación dela Entidady de nuestro colectivo bajo este signo y asegurar el que, al menos, yo, -y espero de la inmensa Mayoría de los miembros de Ü.P.- nos sintamos identificados con este Grupo Electoral y reconozcamos en él el espíritu y la herencia de tantos años de lucha e inquietudes por cambiarla O.N.C.E. y la situación de los ciegos en un momento en que no había cargos a la vista. Un espíritu que nos diferencia de las soluciones conservadoras y burocratizadas, que nos hace olvidarnos de las horas de dedicación y «pelearnos» hasta el límite de la eficacia; un espíritu en fin, que constituye nuestro capital principal y que hace el milagro de que un Congreso de un Grupo en el poder a poco más de un año de haber alcanzado la mayoría absoluta, se plantee como un Congreso de revisión y crítica radical. Un espíritu en definitiva, que constituye nuestra fuerza, la fuerza de no instalarnos, la fuerza de estar políticamen­te vivos: esa es la diferencia.

Y mientras eso sea así, mientras nos tengamos que reprochar todos los días el querer ir demasiado deprisa y estemos dispuestos a someter a crítica nuestro trabajo, todavía habrá esperanza.

Madrid, Abril 1987

Fdo.: Antonio Vicente Mosquete Presidente de Unidad Progresista