EL COMPRADOR HABITUAL DEL CUPÓN

El comprador habitual del cupón prociegos, la opinión pública en general, se habrán visto seguramente desconcertados ante las noticias que sobre la ONCE, han insertado en sus páginas algunos medios de comunicación en fechas recientes. Es natural; la aureola de entidad cuasimodélica de que ha venido gozando la Organización, junto con la constatación de la suficiencia económica de la gran masa de los ciegos españoles han compuesto una imagen social redonda y optimista, tranquilizadora para la conciencia de la sociedad y del Estado y desde luego poco compatible con la tensión e insatisfacción existente en su seno que esas noticias vienen a reflejar. Las personas más inteligentes, sin una información veraz y completa, están desarmadas de su espíritu crítico y objetividad racional habituales cuando se trata de analizar los problemas de los minusválidos, precisamente por las connotaciones sentimentales que comportan. Las reivindicaciones salariales de un importante sector de los empleados de la ONCE, el paro de 4 horas llevado a cabo por un grupo de profesores del colegio de ciegos de Madrid, sin contenido laboral alguno y con el exclusivo fin de llamar la atención de la sociedad y de las autoridades sobre los problemas graves en los que se debate la educación de invidentes, son otros tantos síntomas de una crisis a que ha abocado la línea de actuación de la ONCE; una crisis que no debe conducir a la destrucción de cuanto de positivo se ha logrado, pero exige un replanteamiento del tema de los ciegos . Sin pretender monopolizar la voz de todos los interesados, sino iniciar un debate racional y abierto ante el único tribunal competente: la sociedad, queremos hacer llegar un no más  que “flash informativo” por sobre la imagen posiblemente frívola y ciertamente inexacta de esa entidad que bulle detrás de las esquinas.

Un poco de historia.- 1938. El nacimiento de la ONCE se produce en el seno de un gobierno en trance de  consolidación territorial -la guerra no está acabada- y marcada por motivaciones coyunturales obvias, -Problemas de los ciegos de guerra-; muy lejos de estar inspirada en una política global del naciente poder en materia de minusválidos. El Decreto Fundacional, al encomendarle en exclusiva la solución de los problemas de todos los ciegos españoles, obligaba a la ONCE  a ejercer su actividad en dos frentes: por una parte la atención benéfico-asistencial a los ciegos irrecuperables profesionalmente –personas que contraigan la ceguera en edad avanzada y niños en quienes esta deficiencia se ve agravada por otras minusvalías-, de otro lado, la promoción e integración social  profesional de los restantes. El cupón prociegos pareció el instrumento híbrido capaz de permitir la realización de ambos fines, al solucionar el problema económico de los ciegos profesionalmente irrecuperables permitiendo además a la ONCE el sostenimiento de los centros de enseñanza, capacitación profesional de los demás así como cubrir los gastos de previsión social. El volumen de los afectados junto con la perentoriedad de sus necesidades hace plausible el que a ellos se dedicaran todos los esfuerzos en los primeros años. Más tarde, el éxito del cupón –inesperado en la escala en que se produjo- unido a otros factores objetivos y subjetivos, se tradujo en los siguientes hechos que constituyen una desviación de las líneas del Decreto Fundacional:

  1. Empezaron a acceder al cupón ciegos educados en los colegios, incluso titulados gracias a las becas de la entidad, y en cualquier caso perfectamente recuperables profesionalmente en un puesto socialmente rentable y personalmente satisfactorio.
  2. Aparece y se desarrolla desmesuradamente con arreglo a las necesidades, la figura del jefe administrativo ciego; basta observar la escasa adecuación entre las funciones de esta figura de la Administración Pública y las condiciones y facultades específicas del invidente, la anormal proliferación de los mismos en la ONCE en comparación con su presencia, para darse cuenta del carácter asistencial del hecho: se busca una solución falsamente profesional para quienes por su preparación rechazan el cupón y, de esta manera, ven resueltas sus necesidades económicas.

3.La búsqueda de salidas profesionales reales para el ciego se realizó, un poco sin fe y mucho sin orden ni concierto; salvo en el caso de los fisioterapeutas -caso excepcional y modélico- pocos han sido los logros y desde luego desproporcionadamente pequeños si los comparamos con los de otros países de nuestra área con muchos menos medios económicos. A través de los escasísimos datos que la ONCE  ha facilitado a lo largo de su historia, se puede constatar que aproximadamente un 50% de los licenciados universitarios ciegos desempeñan el cargo de jefe administrativo, cuyas funciones tienen escasa conexión con su preparación; algunos son profesores en nuestros colegios y un 2% venden cupón; es relativamente frecuente el caso de ciegos con estudios medios y magisterio que son vendedores.

4.  En consonancia con la hipertrofia del flanco benéfico, la estructura de la ONCE se ha caracterizado por un verticalismo y una rigidez mayores que los del medio en que se desarrollaba; el paternalismo, la falta de representatividad a todos los niveles son otras tantas notas características.

La educación de ciegos: un desarrollo inviable.: La educación, pieza esencial en el deteriorado flanco de la capacitación profesional, se comprende que haya sufrido los efectos de la aplicación a sus problemas de una perspectiva benéfica: la planificación de una política profesional, imprescindible para la fijación de objetivos en todo sistema educativo, resulta aún más esencial en el caso de los ciegos por el limitado horizonte a que ha de ceñirse unido a las dificultades de la apertura de cualquier nuevo cauce laboral; la actitud paternalista y el verticalismo son otras tantas trabas estructurales  para el cumplimiento de una eficaz tarea educadora. Sin objetivos y en un medio hostil, la educación de ciegos se debate ahora en los estragos de una aplicación más apresurada de lo que la ley implícitamente  aconsejaba de la LGE: falta de textos en braille, desfase en la metodología específica en algunas áreas, ausencia de los padres de los problemas del centro y consiguiente falta de coordinación y continuidad entre los encargados de la educación y un sinfín de cuestiones, todas ellas graves, cuya solución racional e interna parece inviable.

Luz y taquígrafos.- Los graves problemas de la educación junto con las  al parecer no justificadas reivindicaciones salariales de los empleados -los sueldos de la ONCE han ido quedando desfasados con respecto a los de sus homólogos en otros organismos- junto con la extraoficial contestación de las autoridades de que la subida rebasa en más de 200 millones de superávit de la Entidad en el ejercicio económico anterior, ponen de relieve la insostenible situación a que se llega con la escalada de creación de puestos improductivos. La solución por la que abogamos implicaría:

  1. Consolidación de los logros asistenciales bajo la égida del Ministerio de la Gobernación y, en todo caso, salvaguarda de las situaciones consolidadas.
  2. Adopción de una decidida política de promoción profesional como objetivo prioritario para situar a cuantos ciegos sea posible en puestos socialmente rentables e individualmente satisfactorios, política congruente con la actitud estatal ante el problema de los minusválidos –SEREM- tendente a aprovechar las aptitudes residuales de los mismos y a crear las condiciones legales y sociales a tal fin.
  3. Que finalmente y en tanto se gesta este proceso de renovación, la sociedad despierte de su apacible letargo respecto del problema de los ciegos y exija a las autoridades de la ONCE, información y debate, luz y taquígrafos.

Texto de Antonio Vicente Mosquete. Trascrito del braille. No tiene fecha ni título.